En una noche soñada, Leandro Brey atajó cuatro penales en la definición ante Gimnasia y Esgrima La Plata por los cuartos de final y le dio a Boca la clasificación a las semifinales de la Copa Argentina, donde enfrentará a Vélez. El arquero “Xeneize” le desvió los remates a Castillo, Troyansky, Morales y Zalazar.
El único que pudo doblegarlo fue Pablo De Blasis. Fue un desempate extraño, ya que terminó 2 a 1. Marcos Rojo y Nicolás Figal anotaron para el conjunto azul y oro, mientras que Marcos Ledesma le desvió el remate a Miguel Merentiel y el remate de Milton Giménez dio en el travesaño.
En el primer tiempo, una institución de la Ribera voraz y ultra ofensiva salió a comerse al rival con cuatro atacantes, es decir, con un centro delantero puro referenciado en la “Bestia” y tres jugadores por detrás de él para generar peligro por los costados y es como así había llegado la apertura del score con un centro desde la derecha de Luis Advíncula y cabezazo de Aarón Anselmino para poner el 1-0 parcial.
En el complemento, y con los cambios introducidos por Fernando Gago, el control del encuentro había cambiado y ese apetito por producir ofensivas constantemente se habían apagado como cuando se queman las bombillas de luz. Así llegó la igualdad final, con un tiro de esquina ejecutado desde la derecha y una carambola entre De Blasis y Marcos Rojo que terminó desviándose en este último.
Habrá que ver el grado de la lesión que sufrió Kevin Zenón, que había ingresado en el principio de la segunda etapa por Brian Aguirre, y que una brutal patada de Nicolás Garayalde lo dejó a su equipo con uno menos y que Jorge Baliño, de flojo rendimiento, castigó apenas con tarjeta amarilla.
Un párrafo aparte se merece mencionar la media hora que habrán durado los incidentes suscitados entre los hinchas boquenses que les arrojaron butacas desde la platea alta hacia la popular donde estaban asentados los simpatizantes platenses y en los que los efectivos policiales irrumpieron mediante la represión con balas de goma. Si no hubieran aparecido Juan Román Riquelme y los miembros del Consejo de Fútbol para calmar los ánimos y tranquilizar a los desaforados la jornada hubiera terminado en un verdadero desastre.