Este 5 de febrero ya se cumplen 40 años de un episodio que quedó marcado en la historia del fútbol a nivel local. Fue una de las transferencias más polémicas y violentas de todos los tiempos, protagonizada por Óscar Ruggeri y Ricardo Gareca, que pasaron de Boca a River, sin escala. Todo esto, quedó tachado como “traición”, “cáncer” e “incendio” en aquel mercado de pases.
Por el lado de los de Núñez, fueron Julio Olarticoechea y Carlos Tapia los que pasaron a vestir directamente la camiseta azul y oro, quienes serían parte del plantel campeón del mundo en México 1986 junto al Cabezón y un Mundial al que Argentina clasificó gracias al gol de Gareca ante Perú.
Cabe remarcar que el caso de Ruggeri y del Tigre es tan histórico, debido a toda la polémica generada en torno al traspaso, además de que hacía 20 años que ningún jugador pasaba de manera directa de un grande a otro. Y este suceso ocurrió con dos futbolistas que fueron reverenciados por la hinchada Xeneize, pero fueron tildados de “desleales” ante la crisis económica que afrontó el club en 1984, en donde incluso se llegó a intervenir la institución.
Esto, lógicamente, afectó directamente al plantel de aquel entonces, que estaba en huelga por falta de pagos y muchos jugadores decidieron pegar el portazo. Entre ellos, Ruggeri y Gareca dejaron el club como agentes libres, siendo las principales figuras del equipo junto a Hugo Gatti y Roberto Mouzo.
“En Boca no queda ningún hombre, para que me quede tendrían que irse todos los jugadores que están”, fueron las durísimas palabras del central por aquel entonces, mientras que el Tigre, que jugaba de delantero, era muy hostigado por La 12. Finalmente, Hugo Santilli, presidente de los de Núñez, llamó al interventor y ofreció dinero, más las fichas de Olarticoechea y Tapia, un negocio que, para la época, era irrechazable para un clima azul y oro al borde del colapso.
La historia años después está a la vista. Al día de hoy, la hinchada de Boca no perdona a ninguno, en un episodio único e irrepetible.
