Hay algo que llama la atención en Aaron Molinas además de sus pisadas y su talento para distribuir la pelota. En Boca lo que sorprende del enganche, considerado primera opción para Sebastián Battaglia es el color de sus botines. Negros, como los que usaban los jugadores de viejas épocas o un tal Juan Román Riquelme hace algunos años.
En la previa al partido con Gimnasia, el juvenil había explicado el motivo de su calzado oscuro en una entrevista con Cenital: “No me gustan los botines de colores. Los que se usan ahora. Yo uso los clásicos. De cuero. No más que eso. No me van los de otras telas. Igual tienen que ser los que te queden cómodos. Después el que juega sos vos. El “¡qué lindos que son!” dura nada. Le doy importancia cero“.
Además, el nacido en Lomas del Mirador, que heredó la pasión xeneize de su padre, confesó quién es el referente del que toma notas para seguir puliendo su fútbol de tiempo y espacio: “Me encantaba Gago. Me sentía muy identificado. Compartí algunos entrenamientos. Yo era del plantel de Reserva. Cuando faltaba algún jugador, me subían. Era increíble”.
Y agregó Molinas, quien llegó a Boca a los 11 años y a sus 21 está cumpliendo el sueño de su vida: “Me sorprendía cómo ya tenía en la cabeza el equipo rival. Antes de que le llegara la pelota, tenía en la cabeza qué iba a hacer y por dónde tenía que seguir el próximo pase. Y, además, la precisión de la ejecución. Porque podés entender y si no tenés la precisión no funciona”.
Por último, la promesa azul y oro dio detalles del duro momento que pasó en las Inferiores cuando no tenía oportunidades: “Hubo una etapa en la que había compañeros que estaban físicamente más dotados que yo. Yo era más chico que los demás. Seguro que cuando sos pequeño físicamente podés hacer diferencia, pero para ganar el partido del domingo ponían más grandes.