Un 28 de noviembre de 2000 Boca alzaba por segunda vez la Copa Intercontinental de clubes merced a uno de los triunfos más sensacionales de su gloriosa historia, cuando doblegó el Real Madrid por 2-1 en Tokio, con goles de Martín Palermo y una actuación estelar de Juan Román Riquelme, en imágenes que aún perduran en las retinas de sus hinchas.
La gesta de Tokio, en un estadio colmado con más de 50 mil personas, enfrentó al campeón de la Copa Libertadores de América con el de la Liga de Campeones de Europa, el poderoso Real Madrid, plagado de figuras como Iker Casillas, Fernando Hierro, Raúl, el portugués Luis Figo, el brasileño Roberto Carlos y un entrenador de lujo: Vicente Del Bosque.
Sin embargo, el Boca de Carlos Bianchi protagonizó una actuación deslumbrante que le permitió concretar una hazaña que cobró mayor valor a medida que transcurrió el tiempo, ya que el Madrid no volvió a perder una final de un torneo internacional durante los siguientes 18 años, hasta que cayó superado en la Supercopa de Europa por el Atlético de Madrid, en 2018.
El equipo dirigido por el “Virrey” había conquistado América y se preparaba para una nueva coronación a nivel local, en el torneo Apertura 2000, pero le faltaba rendir una materia más para quedar en la historia y lo consiguió del otro lado del mundo, en la lejana Tokio que se tiñó con los colores azul y amarillo y dejo en evidencia la grandeza de este club.
Boca, con Riquelme como amo y señor del partido, y Palermo siempre amenazante para someter a Casillas, esperó el final y cuando el árbitro colombiano Oscar Ruiz hizo sonar su silbato, se desató la locura, el festejo, de los más de 10.000 hinchas Xeneizes que viajaron hasta Tokio y los millones que lo seguían prendidos a la TV en cada rincón de la Argentina.