La Bombonera es conocida en todo el mundo por su atmósfera futbolera. Los jugadores más importantes del planeta han mencionado su admiración por el estadio de Boca y hasta sus ganas de jugar allí algún día. Algunos, incluso, pudieron cumplir ese sueño. Todo nace desde ese ambiente en las tribunas que llega a todas partes a través de los medios. Pero el Alberto J. Armando es mucho más que eso.
Es así como lo leen: una teoría asegura que ni un terremoto es capaz de destruir la casa del club boquense. Y es una hipótesis que tiene fuertes argumentos y se basa en datos reales sobre la construcción de la cancha.
Las obras para levantar el reducto estuvieron a cargo del arquitecto Victor Sulcic, el ingeniero civil José Luis Delpini y el geómetra Raúl Bes y fue llevada a cabo por la empresa GEOPE (Compañía General de Obras Públicas S.A), la misma que hizo el Obelisco, el Colegio Nacional de Buenos Aires y el subte porteño, entre otras.
Lo cierto es que en el momento de arrancar la construcción hubo algunas dificultades. Y la que atañe a esta historia tiene que ver con la zona baja en la que se iba a levantar el escenario: el barrio de La Boca está muy cerca del río y siempre sufrió inundaciones. Para montar el “Templo” del “Xeneize” era necesario llegar muy profundo bajo tierra porque la superficie más cerca es “blanda”.
Los primeros 5 metros son de fango y luego aparece una capa de tosca, por lo que hubo que ir más abajo para establecer los cimientos. De esta manera, la construcción arrancó en un punto mucho más profundo del habitual: se cree que los mismos están 15 metros bajo tierra y quizás más.
Hay una variable más que hace al hogar de los hinchas y jugadores del conjunto azul y oro tan infranqueable. Y es que, a la hora de pensar en el peso que podría ocupar la gente en las tribunas, el equipo que estuvo a cargo de la construcción decidió ser precavido.
