El cancionero elegido por la gente de Boca el sábado, en el partido ante Aldosivi, un poco anticipó lo que será este martes por la noche la revancha ante Alianza Lima en busca de la clasificación a la Fase 3 de la Copa Libertadores. Y después, la confesión de Fernando Gago en la conferencia de prensa posterior, lo confirmó: “Tenemos una final”.
La final, entonces, es la que se juega en la Bombonera. Muy temprano en este 2025 le llegó a Boca un partido de vida o muerte, esos que los jugadores no se pueden guardar nada y quieren jugar aun estando lesionados, a riesgo de romperse peor. Caso Edinson Cavani, con una fractura en una vértebra, en contra de las recomendaciones médicas. Y hasta Marcos Rojo y Ander Herrera, quienes sumaron minutos ante el Tiburón y llegaron con lo justo.
¿Por qué la final llegó tan pronto? Primero, porque Boca entró por la ventana a la Libertadores, a las fases preliminares (antes se llamaban repechaje) y no directo a la fase de grupos. Por lo que debe pasar dos instancias mata-mata antes de estar en el punto de partida habitual. Y segundo, porque en lo que va del año no encontró identidad, funcionamiento ni consistencia en los resultados, por lo cual se trajo una derrota 1-0 y muchas dudas de la ida en Perú (Marchesin evitó una goleada en contra), y así tiene que salir a buscar la remontada sin la confianza que daría un equipo aceitado y acorde a los nombres que lo componen, luego de un gran mercado de pases.
Algo se rompió en Lima
“Fueron un desastre”, dijo Juan Román Riquelme en el vestuario del estadio de Alianza, antes de emprender el regreso. “Conmigo el que no corre, no juega” y “acá va a jugar el que mejor esté, no hay crédito para nadie” sumó Gago en otra charla a la vuelta, ya en Boca Predio. Con Aldosivi el equipo no apareció, pero sacó un triunfo agónico gracias a una genialidad de Advíncula y una buena conexión entre Velasco, Zenón, Giménez y Merentiel.
Eso no evitó una Bombonera caldeada, en llamas. Con el repertorio de cantitos que fueron desde los habituales “yo quiero la Libertadores” y “cueste lo que cueste” a los más violentos “a ver a ver los jugadores si pueden oir” y “no juegan contra nadie”, que hace tiempo no se escuchaban con tanta intensidad.
Y así se espera que esté hoy la Bombonera. Porque se trata de una noche decisiva de Libertadores. Lo que en sí mismo para Boca es mucho, se sabe el valor que tiene. Pero encima Pipo Gorosito encendió la mecha (si es que hacía falta) bardeando la mística del Templo, la fama mundial, y poniendo bajo tela de juicio su poder para ganar partidos. “Es todo un biri biri esto de la cancha, es un mito. Nunca mataron a un jugador de fútbol adentro de la cancha, no pasa nada. Gritan más como ayer gritaron en nuestra cancha”, dijo después de la ida, despertando una lluvia de respuestas xeneizes.
Ahora o nunca
En este escenario caliente, Boca deberá romper una terrible mala racha y volver a ganar un juego de eliminación directa en los 90 minutos después de 14 partidos. Lo que no consigue desde los cuartos de la Libertadores 2020 cuando venció 2-0 a Racing, en medio de la pandemia. Con una soga al cuello: en esta instancia de Fase 2 el que pierde queda afuera de toda competencia internacional, sin siquiera el consuelo de la Sudamericana.
