Sin dudas que fue una de las partidas más sentidas que tuvo que atravesar Boca en 2024, pero que la relación entre el Director Técnico de ese entonces, Diego Martínez, y Darío Benedetto no tendría retorno, a tal punto que posteó una frase que retumbaría puertas adentro del vestuario y que fue “noches alegres, mañanas tristes”, por lo que terminó siendo el detonante de la eyección del número “9” del plantel.
Está claro que si decidió irse del club boquense el año pasado fue para sentirse pleno nuevamente y el hecho que quisiera fichar para Querétaro de México fue para reencauzar una carrera que tuvo momentos de esplendor y de zozobra, pero en su travesía por el país azteca han generado un tormento porque apenas presenció ocho partidos y no pudo siquiera anotar un gol, su fuente de productividad más preciada.
No obstante, ahora que recaló en Olimpia de Paraguay por expreso pedido del máximo artillero de la historia “Xeneize”, es decir, de Martín Palermo para volver a sonreír dentro de una cancha y refugiarse en el cariño de la gente, aunque no es comparable con los afectos que dejó en Argentina y en el pueblo del conjunto azul y oro donde forjó un vínculo muy fuerte y de intrínseco estrecho.
Sin embargo, desde que abandonó el cuadro de la Ribera hasta la actualidad no ha podido recobrar esas sensaciones y ese entusiasmo con el que habitualmente convivía y era gritar los goles propios, pero habrá que aguardar a si esta tarde desde las 19 en la segunda fecha de la fase de grupos de la Copa Libertadores entre el elenco paraguayo y Vélez Sársfield, un duelo en el que se espera mucho de ambos pues se reeditará el choque entre una de las duplas más exitosas en la entidad de Brandsen 805, o sea, Palermo versus Guillermo Barros Schelotto.
Se verá entonces si el “Pipa” puede marcar la diferencia en esta clase de compromisos donde la mística copera no tendrá validez tratándose de los contendientes que se enfrentan hoy.
