La relación entre Juan Román Riquelme y Martín Palermo pasó por muchas etapas. Pese a que juntos lograron llevar a Boca a lo más alto del fútbol mundial, los cortocircuitos entre el centro delantero y el enganche existieron y duraron muchos años. El detonante fue justo en el año más glorioso del club boquense. Los dos ídolos del “Xeneize” nunca fueron amigos, pero el distanciamiento comenzó en el 2000, año en el que el conjunto azul y oro conquistó el Apertura, la Copa Libertadores y la Intercontinental ante Real Madrid. Hace unos años, en TyC Sports, Cristian Traverso dio detalles del primer cruce entre ambos.
“Estuvieron mal aconsejados los dos porque les decían que eran más que el otro“, aseguró el ex jugador, que reveló que todo empezó en la previa de la final del mundo contra el “Merengue”: “Hay un rumor que dice que Palermo le dijo a Bianchi que tenía que jugar Guillermo (Barros Schelotto) en lugar del Chelo (Delgado) y Bianchi puso al Chelo porque estaba imparable. Eso fue mentira. Martín nunca le pidió a Bianchi eso“.
“Román y el Chelo no volvieron a hablar con los otros porque esas cosas molestan. Por eso digo que, cuando tenés un problema, lo tenés que encarar para limpiarlo. Nos perdimos algo de poder seguir siendo lo que éramos”, lamentó el ex defensor.
El ex futbolista aseguró que, si bien había distintos grupos dentro del vestuario “no existía eso de ‘si estás con aquel, yo no te hablo’. No existía eso de estar divididos. No tiene sentido, si los dos son ídolos“.
La historia de Román y el “Titán” continuó. Seis años después, consiguieron otra Copa Libertadores y otros tantos trofeos en el cuadro de la Ribera. Fueron 135 partidos juntos, con 70 victorias, 34 empates y 31 derrotas. Aún así, hubo otros cruces entre las dos figuras.
El piso de la relación fue el 12 de abril de 2010, cuando el hoy Presidente asistió al actual Director Técnico de Olimpia de Paraguay en su gol número 219, que lo convirtió en el máximo artillero de la historia del club. En ese momento, el ex media punta decidió salir a festejar solo pese a que el atacante había ido a buscarlo para agradecerle el pase.
