En una investigación publicada por el periodista Gustavo Grabia en el medio digital Infobae, en la que informó que, con trabajo de campo, filmaciones y escuchas, la Justicia determinó la identidad de al menos dos oficiales de la policía que se encargaban de liderar una banda de revendedores de entradas. La misma continuó su accionar durante los partidos de este comienzo de año y este mediodía decidió actuar y se ordenaron tres allanamientos, uno en la división Conductas Delictivas de la Ciudad, los que tienen a cargo los operativos del fútbol, y dos en los domicilios de los uniformados, uno en un barrio del Sur de Capital Federal y el otro en la zona de Lanús, en el Gran Buenos Aires. Y en los hallazgos se llevaron más de una sorpresa: no sólo había un número importante de dinero tanto en moneda local como extranjera sino dispositivos electrónicos donde presuntamente hacían las operaciones de reventa y especialmente una buena cantidad de credenciales de socios de distintos clubes, la mayoría de Boca, que estaban a nombre de otras personas y también actas contravencionales parcialmente completadas.
Para la Justicia, estos dos últimos procedimientos abonan la teoría del accionar delictual y es que se supone que los carnets eran alquilados cada vez que el “Xeneize” juega como local, una modalidad habitual también en “La Doce”, la barrabrava oficial del club boquense.
Con los nombres que estaban en las actas después presuntamentenegociaban que no ingresaran al derecho de admisión a cambio de un canon, generando otra fuente importante de ingresos.
Esta situación generó un revuelo y un escándalo en la Policía de la Ciudad porque justamente, quienes trabajan en la división con el deber de combatir a los barras y la reventa, estaban haciendo todo lo contrario.
No es la primera vez, de cualquier manera, que sucede esta relación espuria. Años atrás fue condenado por ejemplo el comisario Enrique Meta, que estaba al frente de la repartición que tenía jurisdicción sobre La Bombonera por enriquecimiento ilícito del cual se comprobó que buena parte provenía de negocios con la parcialidad más radicalizada de la hinchada del conjunto azul y oro.
