Jugar en Boca es un logro que no cualquiera alcanza. Hacerlo como arquero puede ser aún más difícil, por la exclusividad del puesto. Sin embargo, hay casos en los que no alcanza con meterle, meterle y esperar la chance, porque la carrera es corta y las oportunidades no esperan. La historia de Sebastián D’Angelo, en ese sentido, tiene un poco de cada uno de los matices que un futbolista puede encontrar a lo largo de su vida futbolística. De luchar por un sueño y ostentar el récord de jugar casi 200 partidos en la Reserva xeneize, hasta madurar y tomar el timón de su vida en pos de realizarse. De recorrer el mundo y conseguir logros, a encontrar casi en el final del camino un destino imprevisto en medio de un paraíso.
Porque el romanticismo un día se termina, y la necesidad puede apremiar incluso en el nivel más alto: “Yo ya mantenía a mi familia, y mi mamá empezó a tener problemas de salud. Entonces, ante la falta de chances en Boca decidí que era mejor probar suerte en otro lugar. Y no me arrepiento, al margen de que me hubiera gustado completar mi formación con más lugar en Primera”, le cuenta Sebastián en una entrevista que el ex juvenil de Boca le proporciono al Diario Olé.
La referencia de la ciudad que verá jugar a Boca los dos primeros partidos del Mundial de Clubes hace ineludible el tema de cómo se vivirá semejante evento dentro de una comunidad que de por sí tiene argentinos en cantidad y que tendrá una invasión de hinchas llegados especialmente para la ocasión. “Sin dudas que ya se está sintiendo la llegada del Mundial. A mí me llaman amigos para avisar que vienen, o consultar cosas. Y en cada charla de fútbol el tema aparece. Es increíble, acá el fútbol cuesta que pegue, pero esto de Boca solamente se compara con lo que genera Messi”
Arquero y algo más
Su presente, luego de casi haber dejado de jugar al fútbol, lo encuentra atajando en el Miami United FC, el equipo más antiguo de la ciudad que hoy vive bajo el reinado de Leo. Pero también D’Angelo está involucrado asesorando desde su experiencia. Hasta allí llegó por la recomendación de uno de los accionistas del club, quien supo de su incursión en el mundo de la gestión deportiva y le ofreció sumarse al proyecto.
“Me encantó la idea, arrancar un proyecto casi de cero. Un equipo que tiene un buen presente, pero por sobre todo la idea de crecer, de sumar en el contexto de un fútbol que acá en Miami está en crecimiento y que -si tenemos suerte- nos va a cruzar en algún momento con los mejores”, cuenta.
Claro, la referencia es a que ningún mérito deportivo alcanza para llegar a la MLS, cuyas franquicias no tienen sistema de recambio por descensos sino que son por lo general fijas, al estilo NBA. “Pero en el 2024 fuimos campeones invictos y clasificamos a la US Open Cup, donde podríamos cruzarnos con el Inter”, se entusiasma, casi como si no se hubiera cruzado con nombres célebres a lo largo de su recorrido.