Lo deportivo siempre será lo principal en Boca. Y si no hay resultados, la buena administración realizada por Juan Román Riquelme puede volverse un boomerang en contra: con dinero en caja (el superávit por encima de los 20 millones de dólares informado en la última Asamblea), el hincha ya exige inversión en refuerzos,en la continuidad de los mejores valores del plantel y también en el postergado anuncio de qué será del futuro de los proyectos que dan vueltas alrededor de la ampliación de La Bombonera.
En ese sentido, el balance es claro. Mientras el mercado de pases de enero sumó jugadores que rindieron (Kevin Zenón, Cristian Lema y Lautaro Blanco), pero pareció escueto. El segundo, con el anticipo de la llegada de Gary Medel y las posteriores de Tomás Belmonte, Brian Aguirre, Milton Giménez, Agustín Martegani e Ignacio Miramón y la un tanto tardía de Juan Barinaga, no supuso un aporte de nivel para un plantel que ya había dado muestras de ser escaso.
Los conflictos, encima, no ayudaron. Porque Valentín Barco y Ezequiel Fernández dejaron el club ejecutando sus respectivas cláusulas de salida y recibieron mensajes subliminales por parte de Román a través de los medios.Porque Nicolás Valentini -que quedó colgado desde abril- y Guillermo Fernández -jugó hasta el último partido-, dejarán ambos de ser jugadores del “Xeneize” por no haber renovado sus contratos.
Y como si fuera poco, la situación todavía latente de Cristian Medina, marginado y sin vistas de volver a jugar en Boca mientras se debate entre una venta forzada y la peligrosa chance de no jugar por tres años.
En contrapartida a esas bajas, la renovación del contrato de Edinson Cavani por dos años (y la de Sergio Romero y Luis Advíncula por uno) fueron marcas que mostraron que el camino de la gestión es generar identificación a través de los símbolos que tiene el plantel.
Escaso de títulos levantados durante este año y sin ninguna alegría que el plantel comandado primeramente por Diego Martínez y posteriormente por Fernando Gago les pudieron regalar a sus hinchas, una sequía que no le sucede desde 2016, será tiempo de barajar y dar de nuevo para afrontar un 2025 cargado de partidos y de competencias.