Las dos veces que Sebastián Battaglia tuvo que ponerse el buzo de técnico de la Primera de Boca fueron por urgencia, por una necesidad que el Consejo de Fútbol de Juan Román Riquelme debía resolver rápidamente: la primera tuvo que ver con un interinato de apenas dos partidos cuando el plantel de Miguel Russo quedó aislado por haber roto la burbuja sanitaria y la segunda, cuando se fue Miguel.
Porque Battaglia fue el elegido nuevamente por el Consejo de Fútbol para agarrar a un equipo que se había quedado sin Russo, que se había quedado sin figuras en el último mercado de pases, que los refuerzos no eran tales, que venía de perder con Estudiantes y que desde el juego se notaba que le costaba cada vez más y todo parecía difícil.
Pero la mano cambió. Y para bien. Mejor dicho, la cambió Battaglia. Sí, porque pese a que los últimos días fueron muy movidos para el entrenador de 41 años, a realidad es que desde lo futbolístico Seba acomodó al equipo, le dio forma desde el juego, asentó a varios pibes y, por sobre todas las cosas, lo metió, técnicamente y de momento, en plaza de Libertadores 2022.
Arrancó con el pie derecho, pisando fuerte: Boca recibió a Patronato el 21 de agosto pasado, Battaglia metió mano en el 11 y puso de titular al juvenil Luis Vázquez, quien le terminó dando su primer triunfo como técnico del Xeneize y el mismo 9 que se fue ganando su lugar y hoy es el titular gracias a que el técnico lo asentó.
Boca estuvo ocho partidos invicto: fueron cinco victorias y tres empates, entre los que estuvo uno con Patronato en la Copa Argentina que terminó en triunfo por penales, con todo lo que eso implica para un DT. Sin embargo, la racha se cortaría ante River, una de las pruebas de fuego de Battaglia como entrenador del Xeneize hasta ahora.